La firmeza tiene que ver con la fuerza:
si estoy firme es porque estoy fuerte, si estoy
inestabale voy a estar débil, y cualquier problema o situación adversa me puede superar,
arrastrar, quebrar. La estabilidad y la fortaleza son actitudes internas. La Palabra de Dios
dice que hay tres cosas que nos dan fuerza en
el mundo espiritual: el gozo, la oración y la fe.
Cuando los dardos del infierno atacan
nuestra mente, cuando las personas o las circunstancias quieren robarnos la esperanza,
debemos permanecer firmes en la fe. Es imprescindible que cuidemos nuestra fe, y para
eso debemos examinarnos constantemente
y preguntarnos: “¿mi fe sigue firme?”, “¿mi
fe está mejor o peor que hace seis meses?”,
“¿creo más o creo menos?”. Cuando dejamos
que Dios maneje la situación y permanecemos en fe, las pruebas se hacen más cortas.
Mantengámonos firmes en la fe y pase lo que pase, jamás demos lugar a la incredulidad.
La falta de gozo también debilita nuestro
carácter. A un cristiano que no tiene el gozo
del Espíritu Santo en su vida le dura poco
la victoria. “Oren para que no entren en tentación”, dijo Jesús a los discípulos, quienes
a causa de la tristeza se habían debilitado.
Para mantenernos fuertes y fuera de la tentación es esencial que no dejemos de orar.
La inestabilidad nos puede robar la cosecha de todo lo que sembramos en lo personal, en lo ministerial, en el mundo espiritual,
en el mundo financiero. Debemos practicar el
dominio propio y mantenernos alerta, pues
el diablo anda como león rugiente está buscando a quien contaminar, a quien devorar y
a quien debilitar. ¡Dios quiere que le seamos
firmes, fieles, constantes y estables para servir en Su obra!