Cuando un creyente se pone en movimiento, y sale a orar y predicar por las necesidades de la gente, suele chocarse con un
mundo lleno de carencias y sufrimiento. De
golpe se da cuenta de que lo que consideraba
problemas agobiantes son en verdad pequeños en comparación con las necesidades de
los demás. Jesús tuvo una experiencia similar
cuando salió a recorrer las ciudades y aldeas.
Cuando Él vio tantas personas con necesidades insatisfechas, tuvo compasión de ellas e
inmediatamente les presentó el problema a
Sus discípulos: mucha gente necesitaba ser
salvada y había pocos obreros para predicar.
Para resolver esta situación les ordenó que rogaran al Señor de la mies que envíe obreros a
Su mies. La urgencia en el corazón de Dios no
es solamente porque hay multitudes que siguen en condenación, sino porque esa mies ya está lista para la cosecha. Él mismo dijo: “Mirad los campos, porque ya están blancos para
la siega”, y cuando la cosecha está lista debe
ser levantada para que el tiempo de la cosecha no se pase. El corazón de Dios se pone
feliz por cada persona que asume el llamado
de compartir el Evangelio con otros. Su deseo
es que ninguno se pierda, pero los obreros son
muy pocos. ¡Qué maravilloso que con Invasión
haya tantas personas dispuestas a sumarse al
ejército de Dios!
En estos días en que miles de obreros salen a la calle a recoger la cosecha estamos haciendo feliz al Señor. Sé que verás muy buen
fruto en tu ciudad, porque la mies es mucha y
los campos ya están blancos.
Sugerencia Práctica
Hoy llevamos más gente nueva a la iglesia.
¡Aleluya!