Cuando el apóstol Pablo predicaba, lo hacía activando señales y milagros; anunciaba
al Señor con poder y autoridad. Así es como
el Señor nos insta a predicar, no con palabras
persuasivas, de sabiduría humana que pueden “convencer” pero no “convertir”, palabras
incapaces de producir un nuevo nacimiento.
Jesús nos anima a evangelizar con demostración del poder de Dios. Es fácil predicar sin
tener que demostrar lo que estamos diciendo,
pero estas palabras carecerán de peso y posiblemente también de resultados espirituales
en la vida de las personas. La demostración
que nos enseña este pasaje es doble: primero
hace referencia a la demostración del Espíritu
y luego a la demostración de poder.
Cuando el Evangelio es compartido con
poder de Dios, la persona tendrá convicción
de pecado, querrá arrepentirse y tendrá necesidad y deseo de recibir al Señor. Por ejemplo, si le oramos a una persona ciega y en medio
de esa oración la persona recibe la vista, estás
demostrando el poder de Dios, y si al mismo
tiempo se arrepiente y acepta al Señor, significa que por medio de la cruz, la salvación
le fue revelada a través de la presencia real
del Espíritu Santo.
Los resultados finales son
muy diferentes:
• Uno fue convencido en el alma por palabras de sabiduría humana y su fe está cimentada en algo imperfecto.
• El otro recibió revelación en su espíritu, esto produce un nuevo nacimiento y su fe
está fundada en el poder de Dios.
Con Invasión, tenemos la maravillosa
oportunidad de hablarle de Dios a cientos de
personas. ¡Qué tremendo será cuando todos
lo hagamos con demostración del Espíritu y
del poder de Dios!