Cuando leo esta enseñanza de Jesús vienen a mi mente imágenes de personas que
como vos, salen a sembrar la Palabra de Dios.
Cada vez que pisan la calle con los folletos de
Invasión en la mano, el Señor dice: “un sembrador salió a sembrar”.
En la parábola del sembrador Jesús nos
enseña que los corazones no son todos iguales. La tierra en la que cayeron las semillas
representa nuestro corazón. Hoy quiero hablarte de la primera semilla, la que cayó junto
al camino, situación que representa a los que
no están en el camino del Señor y a causa de
los pisotones que recibieron en la vida, tienen
el corazón endurecido para Dios. Esta es la
posición en la que encontramos a la mayoría de las personas cuando les compartimos
el Evangelio, muchas de ellas fueron muy
maltratadas. Para que una tierra así produzca frutos es necesario que se la cultive con
paciencia y se la riegue con mucha oración
a fin de que se ablande. Esta es la razón por la que tenemos tantas actividades de oración
en Invasión. El mayor peligro de estas semillas es que permanecen expuestas por mucho
tiempo, lo que las hace vulnerables al ataque
de las aves. Las aves simbolizan los demonios
que roban las semillas sembradas y plantan
en su lugar argumentos que alejan a las personas de Dios. Es muy importante que cuando sembramos una semilla, cubramos a la
persona en oración y le hagamos una visita
de consolidación para responder sus dudas
con la Palabra, eliminando así cualquier argumento. ¡Si la cuidamos, esa semilla dará
muy buen fruto! En estos días de Invasión,
salgamos a la calle con la convicción de que
si cuidamos las semillas que sembramos,
ciertamente veremos mucho fruto.
Sugerencia Práctica
Miles ya recibieron su milagro. Comenzá
a invitarlos a la iglesia y avisales del evento.