Era un tiempo terrible para Israel. El
dominio de Jezabel y los sacerdotes de Baal
habían traído tal desierto espiritual que el
pueblo no podía diferenciar entre un ídolo
sin vida y un Dios viviente, Creador de todas
las cosas. Hacía falta una intervención divina para cambiar esa situación y ayudarlos a
evitarse el error y el juicio de Dios sobre ellos.
También hacía falta un hombre de fe, valiente
y determinado, para activar ese plan de amor
por parte de Dios. El hombre de Dios, el profeta Elías, estuvo allí cumpliendo el plan de
Dios hasta que una impresionante llama de
fuego sobrenatural cayó sobre el holocausto
causando la sorpresa, el estupor y la admiración de un pueblo indeciso. La demostración
de fuego de Dios hizo que en un solo instante toda la nación se decidiera por el Señor y
proclamara con un estruendo ensordecedor:
“¡Jehová es el Dios! ¡Jehová es el Dios!”.
En estos días estamos saliendo a compartir el Evangelio con mucha gente que no tiene a Dios en primer lugar, que tiene sus
prioridades trastocadas por el engaño del
enemigo. Estas personas no tienen tomada
aún la decisión de seguir a Jesucristo para
salvar sus vidas. Ellos necesitan ver un fuego, una intervención poderosa de Dios que
quite el velo y rompa el yugo. Pero para que
eso suceda son necesarios los Elías de fuego,
hombres y mujeres de fe determinados y valientes para activar ese plan de amor de Dios.
Estamos en el tiempo de invitar a los
eventos de la iglesia. Pedile al Señor que respalde tu trabajo con señales poderosas que
impacten en el corazón de cada persona y las
haga libre para que puedan elegir seguir al
Señor.
Sugerencia Práctica
No te olvides de los que recibieron
al Señor en estos días.