La mujer de esta historia acababa de
reconocer a Jesús como el Mesías, su Salvador. Impactada por esta experiencia, regresó
al pueblo y comenzó a anunciar a viva voz
lo que le había sucedido. “¡Vengan, vengan,
vengan!”, les decía a los pueblerinos, animándolos a ir al encuentro de aquel hombre que
le había dicho todo cuanto ella había hecho.
Además, reflexionó casi con certeza: “¿No será
este el Cristo?” La respuesta fue inmediata,
todos salieron y fueron al encuentro de Jesús.
¡Cuánto poder tiene el testimonio! Esta
mujer no salió a predicar con un mensaje
teológico, seguramente desconocía la Palabra, sin embargo, contar lo que Dios hizo por
ella fue suficiente para que todos fuesen a escuchar a Jesús y finalmente dijeran: “Ya no
creemos solo por tus dichos, sino porque lo
hemos oído a Él”.
Lo que Dios hizo con vos, aunque parezca
pequeño, siempre será una arma valiosa para
alcanzar a las personas. El efecto del testimonio es poderosísimo. Aunque lleves un mensaje teológico completo, si falta la experiencia,
no será tan eficaz como lo es una respuesta
del cielo, un milagro, una transformación que
Dios haya hecho con vos. Ese testimonio será
suficiente para hablar del poder de Dios en la
vida de las personas.
En este tiempo de visitación, compartí
tu testimonio con los que aceptaron a Jesús.
Ellos se afirmarán a través de tu experiencia
y de la visita del Espíritu Santo a sus vidas.
Anotá en un papel una pequeña lista de las
cosas que Dios hizo con vos. ¡Te sorprenderás de lo poderoso que será tu testimonio al
compartirlo para bendecir a otras personas!