Jesús se encontraba predicando cuando
un escriba, una persona que no era Su seguidora, lo interrogó acerca de lo que estaba enseñando. Al tener la respuesta de Jesús, este
hombre le sumó su interpretación, a lo que
Jesús le respondió: “No estás lejos del Reino
de Dios”. La respuesta de este hombre es tal
vez la de muchos que alguna vez escucharon
la Palabra de Dios o asistieron a la iglesia,
pero aunque aún no conocen a Jesús, sí están
listos para entrar.
Muchas personas que en
estos días recibieron al Señor se encuentran
en la misma posición que este escriba: asistieron una o más veces a la iglesia, declararon la oración del pecador, pero aún no se les reveló plenamente la salvación. Los obreros solemos pensar que aquel que hizo la decisión de fe ya se convirtió en un cristiano hecho y derecho. Y algunas veces así es, y eso es maravilloso, pero la realidad es que en la mayoría de los casos las personas están como este escriba, “casi convertidos”.
Esta es la razón por la que no podemos tratarlos como a los
viejos creyentes consagrados, ellos aún están
luchando con sus tradiciones, sus dudas y
hasta con cuestiones familiares. Es necesario
que los tratemos con gran cuidado, sabiduría, paciencia y un amor especial, sabiendo
que necesitan todavía ese toque profundo de
Dios que les haga tomar la firme decisión de
ser un hijo de Dios y nacer de nuevo. Estos
nuevos creyentes necesitarán cruzar esa línea, y es el Espíritu Santo quien los guiará
en un nuevo tiempo de intimidad con Dios.