Nuestra redención nació a partir del amor. Dios mismo comenzó la redención por causa del amor. El amor del Padre motivó a que diera a Su Hijo; el amor del Hijo motivó que Él entregara Su vida. En Invasión lo que nos motiva y nos mueve a hacer el trabajo no es un espíritu de competencia. No se trata de decir: “Yo tomo más peticiones o más troqueles que el otro”; no es la competencia lo que nos motiva a tomar parte de nuestro tiempo para salir a la calle a preguntarle a la gente cuáles son sus peticiones, porque nosotros mismos junto con los demás vamos a orar por cada una de esas personas para que Dios le dé el deseo de su corazón. La única motivación genuina para hacer nuestra tarea es hacerla por amor, así como el Padre y Jesús lo hicieron por amor. Cuando Dios nos dio estas lecciones nos estaba enseñando que tenemos que salir a la calle por amor a Él y también por amor a todas esas personas que todavía no lo conocen. ¡El poder más fuerte que existe sobre la tierra es el amor!

Más adelante, Jesús continuó diciendo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos…”, había dicho algo maravilloso: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto”. Cuando el Señor nos enseña acerca del amor, nos insiste: “Por causa de ese amor a mí, a las personas, a lo que hagan, lleven fruto. ¡Háganlo por amor!”.