La obra de la cruz constituyó una aplastante victoria contra el infierno. El diablo no solamente fue vencido, sino que también fue despojado de autoridad, de legalidad, de argumentos en contra de los seres humanos. Por ejemplo, la Palabra habla de que en la cruz Cristo anuló el acta de decretos que nos era contraria, y Satanás fue despojado de todo aquello que podía darle autoridad sobre nosotros. El texto original afirma que hubo una exposición pública. La versión en lenguaje actual cita: “Dios les quitó el poder a los espíritus que tienen autoridad y por medio de Cristo los humilló delante de todos al pasearlos como prisioneros en su desfile victorioso”. En Invasión no vamos a enfrentar las potestades espirituales como lo hizo Cristo cuando estuvo en la Tierra, sino que salimos a enfrentar a un enemigo que “ya fue derrotado y despojado”. El diablo está vencido, nosostros ya somos más que vencedores, porque la victoria legal en el mundo espiritual ya nos fue entregada. Ahora nos toca ejecutar nuestra autoridad espiritual y ganar la victoria militar, despojando y haciendo cumplir la victoria que Cristo tomó en la cruz.

Cada vez que salimos a las calles a hablar de Dios, cada vez que las personas son libradas de las cadenas del enemigo, ponemos en evidencia que el infierno fue derrotado y que la victoria es de nuestro Señor y de Sus hijos. ¡Qué bueno es salir a predicar así, conociendo de antemano que la victoria está a nuestro favor! El enemigo no puede contra un cristiano equipado de autoridad que se juega por las cosas de Dios. Vivir unido al Señor es el arma más poderosa de la conquista para derrotar las huestes del enemigo.