Hay un poder que actúa en nosotros
constantemente; Dios opera y se manifiesta a
través de Sus hijos. Si bien tenemos defectos,
debilidades, imperfecciones como vasijas de
barro que somos, el poder de Dios de todos
modos fluye a través del ser humano imperfecto. Esto no es un error de Dios ni una incongruencia, Dios obra más allá de los defectos humanos que la persona puede tener.
Cada creyente puede ser usado para demostrar Su Poder, fluir en Él, ser un portador
de Su Gloria en todo tiempo y lugar. ¡Somos
agentes legales de Dios aquí en la tierra! Actuamos en fe y en la autoridad legal concedida por el Señor, respaldados por Su unción
y Su poder. Nos sujetamos a esa cadena de
mando que el Señor estableció en Su iglesia
para tomar y ejercer esa autoridad que fue
perdida por Adán y recuperada por Jesús,
destruir las obras del enemigo, toda oposición de las tinieblas y cualquier potestad.
Formemos un ejército de cristianos radicales, sujetos, violentos contra el enemigo,
osados en la predicación y en las señales de
Dios a través del discipulado, de la consolidación. Recordá que es nuestra misión, a través
de lo sobrenatural y de la gloria de Dios, poder levantar ese ejército poderoso.
Cuatro recursos para movernos en lo sobrenatural:
(1) la fe;
(2) la sangre;
(3) el Nombre de Jesús; y
(4) la Palabra.
El poder de Dios fluye en cada uno de
Sus hijos. ¡Es tiempo de liberarlo!