En el día de ayer vimos la importancia
que tiene para Dios nuestra tarea: la siembra
de La Palabra de Dios traerá recompensa para
nuestra vida. Nuestra fe y nuestro compromiso para arrebatarle al enemigo las almas, traerá el favor de Dios para nuestras vidas. ¿Qué
significa esto? La expectativa de Dios es que
vivamos siempre creciendo en nuestro servicio
a Él, llevando cada vez más frutos, y por lo
tanto, siendo cada vez más bendecidos. Ahora, ¿cómo podemos lograr con éxito ese plan
de Dios para nosotros? En el mismo pasaje
está la respuesta: estando firmes y constantes. Estas dos cualidades son determinantes para servir al Señor eficazmente, y no tenerlas significa que somos endebles, frágiles
e inconstantes. Dios no puede concederle el
privilegio del servicio a alguien así, que puede dañar más que lo que edifica. Lo siguiente
que tenemos que entender es que todo lo que
hacemos para Dios guiado por Él indefectiblemente va a dar fruto. Por ejemplo, estuviste
sembrando la Palabra con amor y paciencia
en una persona, invertiste tiempo y esfuerzo,
pero de pronto esa persona se revela con corazón desagradecido y se va hablando mal de vos. ¿Qué pasó con tu trabajo? Lo vas a cosechar con más abundancia en una o más personas que seguramente crecerán mucho sin
demandarte tanto esfuerzo. Todo lo que hacés
para Dios te dará cosecha y generará recompensa. Dios te dice todo el tiempo: “Yo conozco
tus obras”. Cuando te esforzás en Dios para
mantener firme tu fe y tu compromiso con la
obra, y si sos constante en cada cosa que emprendés (1) vas a crecer siempre en la obra del
Señor, y (2) con toda seguridad vas a llevar fruto y vas a recibir una maravillosa recompensa.
Tomá la decisión de ser firme en tu fe y
en tu compromiso con la iglesia, en tu búsqueda de Dios, en tu santidad. Sé constante, perseverante, pues solo así serás confiable
para Dios y Él te bendecirá y te usará cada vez
más como un instrumento del cielo.
Sugerencia Práctica
Hoy es un gran día para afirmar
a los recién convertidos. ¡Esforcémonos!