DEVOCIONAL: 71 días de Conquista

Día 38 - Martes

EL SEMBRADOR Y EL DISCIPULADO 

“Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno”.
Mateo 13:8
Cuando una persona recién acepta al Señor, deja entrar en ella la semilla de la salvación, pero aún no recibió el Evangelio completo; ahora necesita comenzar a crecer. En primer lugar debemos afirmarlo en su fe y luego formarlo como discípulo. La parábola del sembrador cita que una parte de las semillas cayó entre pedregales (v. 5). La persona nueva está feliz de haber conocido al Señor, se siente perdonada y sabe que tiene a Dios, pero todavía no tomó decisiones fuertes de consagración y hay muchas cosas que aún no les fueron reveladas. Si esta persona recién convertida enfrenta una lucha muy fuerte como la enfermedad de un ser querido o una pérdida, sentirá que no tiene suficientes raíces para sostenerse en la fe. Y es entoces cuando el trabajo del consolidador es fundamental. Cuando este trabajo es llevado a cabo con amor, pasión, compromiso y entrega veremos en cada convertido mucho fruto.

El pasaje en Mateo sigue explicando que otra parte cayó entre espinos (v. 7). El peligro es que junto con las bendiciones de la Palabra y la formación del carácter de Dios en la persona, también comiencen a crecer pequeños espinos peligrosos: el orgullo, la avaricia, el carácter violento, etc. Aquí el discipulado tiene una vital importancia. El consolidador, el mentor necesita estar cerca, ayudándole al nuevo creyente a descubrir esas actitudes y acciones que lo hacen desdichado. Esto evitará que los espinos crezcan al punto de ahogar la planta y dañar el fruto que el Señor con tanto amor espera. Debemos consolidar a las personas hasta que echen raíces, y luego enseñarles la pureza y la integridad de la vida cristiana hasta que sean muy buena tierra.

Oración

Señor, te pido que cada persona nueva que te recibió en estos días se afirme con fuerza en vos. Ayudame a ser eficaz con cada consolidación, y a enseñarle con tu respaldo a ser un buen discípulo. Amén.

Sugerencia Práctica

¡Aprovechá esta maravillosa oportunidad de evangelizar a tus seres queridos!
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