Cuando el diablo fue echado del cielo, salió de allí con algo de poder, porque era un ángel, pero sin ninguna autoridad, por lo que buscó al hombre para arrebatarle la autoridad que Dios le había dado para sojuzgar la Tierra. Logró que Adán pecara y por consiguiente perdiese su autoridad, volviéndola a tomar él. Es por ello que cuando intentó tentar a Jesús dijo: “A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy”.
Para vencer al diablo Dios desarrolló el plan perfecto de la obra redentora de Cristo. Dios tenía poder para aplastarlo inmediatamente y terminar allí la historia de la humanidad, pero legalmente fue el hombre quien perdió la autoridad, y por eso debía ser un hombre el que la recuperara. Jesús se hizo hombre y como hombre venció, recuperó la autoridad, y nos la entregó para que la ejerzamos. Es por esto que Jesús nos dijo: “Toda potestad me ha sido dada en los cielos y en la tierra, por eso vayan y hagan discípulos”.
El diablo no quiere asumir su derrota y anda como león rugiente, pero nosotros tenemos el poder y la autoridad legal para ponerlo en su lugar.
En este tiempo de Invasión estamos ejerciendo y tomando la autoridad que Cristo nos dio para quitarle el poder al diablo de dañar a nuestros seres queridos, vecinos y gente de nuestra ciudad. ¡Este es el tiempo de establecer la victoria de Cristo!