Cuando oramos por la mañana, cuando
de madrugada buscamos el rostro del Señor,
la iglesia crece grandemente, se produce un
rompimiento y la vida, el hogar, el entorno de
cada persona que busca la presencia de Dios
serán transformados y bendecidos.
“Si tú de mañana buscares a Dios, y rogares al Todopoderoso; si fueres limpio y recto,
ciertamente luego se despertará por ti, y hará
próspera la morada de tu justicia y aunque tu
principio haya sido pequeño, tu postrer estado
será muy grande”. Job 8:5-7
Las vigilias son una manera de velar en
oración, de estar siempre atentos, conectados a través de la oración. La oración trae
beneficios y muchos frutos a nivel personal,
en la vida ministerial y en lo corporativo. Además, la oración trae luz y entendimiento de
cómo orar y como movernos en lo natural y en
lo espiritual; nos da estrategias para enfrentar y vencer al enemigo; nos hace sensibles
para escuchar la voz de Dios; y nos une, nos
conecta al Espíritu Santo.
No puede haber comunión si no hay una
vida genuina de oración, perseverante, constante e insistente en nuestras peticiones y en
nuestra acción de gracias.
En Filipenses 4:6 el Señor nos instruye
para que oremos y entreguemos todas nuestras ansiedades, todas nuestras tensiones
nerviosas. ¡La oración produce salud física y
emocional!
Aprendamos a orar, a amar ese momento de intimidad con Dios. Como hijos de Dios
tenemos el privilegio de conectarnos con Su
presencia en una actitud de oración. ¡Esto es
maravilloso! Aprendamos a entregar a la oración más minutos cada día.