En muchas ocasiones no recordamos
con exactitud las palabas que pronunciamos
tiempo atrás, ni siquiera de unas pocas horas
antes; pero las palabras que pronuncia Dios
son diferentes a las nuestras. Sus palabras
son eternas y están equipadas con poder sobrenatural (Isaías 55:11). Lo que Dios dice
queda establecido en la eternidad con toda la
potencia necesaria para cumplir lo que soltó.
Por ejemplo, acerca de los que creen, Jesús
dice: “pondrán las manos sobre los enfermos
y sanarán”. ¡Esa Palabra tiene el poder suficiente para sanar a todos los enfermos sobre
los que pongas tus manos! Tal vez pienses,
“pero yo oro y no se sana”, y el hecho es que
muchas veces, ese poder puede estar limitado por nuestra falta de fe o también por no
hacer uso de la Palabra al no declararla en
nuestras oraciones. Es por eso que necesitamos orar la Palabra.
En nuestra boca está el milagro que estamos esperando, ¡y cuanto más si oramos la Palabra! Aprendamos a orar; pidamos a Dios
sabiduría y revelación divina para que nos
guíe en nuestro momento de oración. Declaremos la Palabra y soltemos nuestras cargas,
y Dios que es grande y misericordioso hará.
¡Nuestra oración nunca volverá vacía!
Cuando el Señor describe la armadura
espiritual dice que la espada del Espíritu es
la Palabra de Dios. Cuando oramos, y especialmente cuando hacemos oraciones de confrontación espiritual, debemos echar mano
del poder de la Palabra.
Como hijos de Dios nuestras oraciones
son poderosas, pero cuando oramos usando
la Palabra, se vuelven infinitamente más poderosas y eficaces. ¡Usá versículos bíblicos en
tus oraciones y notarás cambios maravillosos!
Sugerencia Práctica
Si todavía no les hiciste Invasión a las personas
de la lista que anotaste, ¡hacelo hoy!