Justo antes de entrar a Damasco, Saulo
de Tarso había tenido un encuentro extraordinario con Jesucristo, una experiencia espiritual sorprendente. Estaba ciego en una casa, esperando en oración que alguien fuera a orar por él. La situación de Pablo es un simbolismo poderoso de la experiencia que viven muchos que de golpe tienen una experiencia de conversión con Dios. Gente que venía viviendo su
vida con seguridad y metas muy claras, y que
de pronto se encuentran con Dios y cambian
radicalmente sus prioridades, se dan cuenta
de que no se sienten seguros en nada y necesitan ser llevados de la mano hacia la nueva
vida cristiana.
Dios encargó a Ananías que vaya a ver
a Saulo y le explicó el plan que tenía para él:
“instrumento escogido me es este para llevar
mi nombre en presencia de gentiles, de reyes y de los hijos de Israel”. Cada persona que
acepta al Señor tiene un poderoso propósito
que podrá descubrir si lo busca. Sin embargo,
lo primero que necesita una persona recién
convertida es alguien que la guíe, la acompañe, la consolide y la discipule. Nuestra tarea
consiste en acercarnos al recién convertido y
dedicarle tiempo, compartirle experiencias en
Dios, llevarlo a la oración y consolidarlo mientras se va formando en la vida cristiana. Cada vez que ganemos a alguien en estos días de
Invasión, tu esfuerzo debe estar enfocado en
enseñarle cómo vivir la vida cristiana y experimentar las cosas del cielo.
Sugerencia Práctica
Salir hoy a visitar a nuevos convertidos
y darles un abrazo
será una preciosa muestra de amor.