La intención de Dios es que Su pueblo esté consolado, lleno de fuerzas, aliviado de toda pena, de toda aflicción, y no desanimado, afligido ni entristecido. Él es Dios de toda consolación y no hay nada que se salga fuera del poder de Su consolación. ¡Es impresionante el poder de consolación que existe en Dios!
Aprendamos a vivir consolados, a dejar de lado la tristeza y la amargura. La Palabra de Dios dice que Él es quien nos consuela de todas nuestras aflicciones y tribulaciones. No hay una sola aflicción que no pueda ser consolada por Dios. Buscar la consolación de
Dios cada día, en cada pena, dolor y tristeza, es la actitud correcta que debemos tomar los líderes y obreros para mantenernos fuertes y terminar en el día malo firmes, constantes y perseverantes en el Señor siempre.
Dios nos consuela de todas nuestras aflicciones, y también nos da la unción y el poder sobrenatural para consolar a otros. Cuando damos una palabra a alguien que está en angustia, aflicción o temor, estamos fluyendo en una unción de consolación y dando de lo sobrenatural del Espíritu de Dios.
Padre, enseñanos a conocerte y a vivir cada día con el Dios de toda consolación. Vos nos consolás en todas las tribulaciones, angustias, temores y aflicciones que podamos vivir a lo largo de la vida. Ayudanos también a fluir en esa unción de toda consolación para llevar tu consuelo a las personas que nos rodean y en quienes podamos tener algún tipo de influencia espiritual o de contacto.
Sugerencia Práctica
Recordá que cada persona que te entrega sus peticiones es alguien a quien Dios puede usar poderosamente.