Esta es una historia triste con un final feliz. Se trata de un hombre que por casi cuatro décadas había esperado sentado al lado de un estanque en el que de vez en cuando ocurría un milagro. Estaba ya casi sin esperanzas cuando de golpe tuvo un encuentro con Jesús. La vida de este hombre puede representar muy apropiadamente la vida de muchísimas personas que están con su esperanza puesta tal vez en una religión, en la lotería o en un golpe de suerte que les pueda cambiar la vida. Quizás pasan décadas sin ver su milagro, pero de golpe, alguien de Invasión golpea a la puerta. Seguramente, el hombre de la historia se debe de haber sorprendido cuando escuchó una voz que no esperaba. Él estaba con sus ojos puestos en el estanque, sin embargo, la voz de Jesús vino posiblemente desde atrás y le preguntó:
“¿Quieres ser sano?”. Él hombre no entendía nada sobre respuestas de fe y simplemente se limitó a presentar sus argumentos:
“Llevo 38 años aquí, y cuando es el momento del milagro, alguien con más capacidad se me adelanta y yo pierdo mi oportunidad”. Jesús respondió de forma muy práctica:
“Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa”. Y al instante ese hombre salió gozoso, sano, libre, con un sueño cumplido, listo para empezar una nueva vida.
Cuando salimos en Invasión golpeamos las puertas de personas que están llenas de argumentos, excusas, viviendo con esperanzas desgastadas puestas en cosas inservibles. Llegamos de golpe con una voz de esperanza desde donde no lo esperan para hacer la obra tal como la hizo Jesús. ¡Anotemos sus nombres y oremos por ellas!