Dios unge a un corazón con misericordia, no así a corazones egoístas que solo piensan en sí mismos, en sus propias necesidades, en satisfacer solamente sus deseos y sus
sueños. La Palabra afirma que Jesús dijo: “El
Espíritu Santo está sobre mí”, pero dio una
directiva muy clara: “para dar, para sanar,
para liberar, para dar vista, claridad, libertad,
para abrir cárceles y para predicar”. Son objetivos específicos de la unción del Espíritu
Santo sobre una persona. Por eso, es importante preparar nuestro corazón, ser sensibles
a Su presencia, a Su voz, disponer de un corazón donde Él se pueda posar y derramar
Su poderosa unción, para que podamos hacer la obra de Cristo no con nuestras fuerzas, sino con el poder glorioso del Espíritu Santo
en nosotros. Ya no nos movemos en nuestras
propias capacidades, sino que fluimos con el
poder sobrenatural de Dios en nuestras vidas. Todo lo que sale de nuestra boca, cada
palabra, cada revelación, ya no son naturales, sino que están impregnadas de unción,
de convicción, de prodigios. Dios respalda la
predicación con señales y maravillas; Él quiere y ama ungirnos. Por eso, tratemos de tener
el corazón correcto para recibir Su poderosa
unción.
Sugerencia Práctica
Prepará muchos anotadores
o tarjetas de decisión para el evento.
¡Dios te va a sorprender con la salvación!